LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN

 

La crisis de la monarquía borbónica

(1807-1808)

El crecimiento de la oposición política

  • Partidarios de una constitución y un acercamiento al modelo político francés
  • Partidarios de un mayor poder de los estamentos tradicionales (aristócratas, clero), liderados por el Príncipe de Asturias. Críticas contra Godoy, al que se acusa de las derrotas militares y la crisis económica, y contra los reyes que lo mantienen

La bancarrota del Estado

  • Las guerras continuas habían provocado un endeudamiento creciente, que ni los vales reales ni la tímida desamortización de 1798 habían conseguido aliviar. En 1808 la deuda alcanzaba diez veces la cantidad que se ingresaba cada año

El motín de Aranjuez (marzo de 1808)

Las disputas e intrigas cortesanas (poco antes se había descubierto una conspiración liderada igualmente por Fernando que terminaría en “el proceso del Escorial”) y el rechazo a Godoy culminan con un motín que obligó a Carlos IV a abdicar y provocó la salida del poder de Godoy. Se había creado un estado de opinión que veía una monarquía incapaz de frenar la crisis económica y de oponerse a los franceses que ya entonces eran los auténticos dueños de la península

El Tratado de Fontainebleau

(1807)

La relación de dependencia entre España y Francia se hizo cada vez más estrecha. Napoleón decide utilizar España como paso de sus tropas para ocupar Portugal, aliada de Inglaterra, y completar así el bloque continental. En 1808 las tropas francesas entran en España (100.000 hombres). La división interna de la familia real, el aparente débil apoyo popular de la monarquía y la necesidad de reformas que ciertas élites veían como necesarias determinaron a Napoleón a deponer a los Borbones.

 

La Guerra de la Independencia

(1808-1814)

Origen

La salida del rey y su padre del país (terminadas en las “abdicaciones de Bayona”, junio de 1808 y el nombramiento de su hermano, José I, como rey), junto con el control político que de hecho ejercían los franceses, unidos al rumor de la salida del resto de la familia real de palacio, provocaron el motín de algunos oficiales de la artillería que contó con el apoyo popular el 2 de mayo de 1808. La revuelta y la dura represión francesa se extendieron por el país, desembocando en un levantamiento general.

Características

  • Un conflicto internacional: guerra entre Francia e Inglaterra
  • Una “guerra civil”: “afrancesados” (José era un rey “legal”, y su aceptación era la única forma de evitar el caos por lo que fue apoyado por ciertos sectores del clero y la nobleza; las instituciones y la administración aceptaron a José; algunos ilustrados vieron en José la única forma de transformar España) y opuestos a la ocupación (exaltación patriótica que presentaba el odio al invasor arrogante y sus excesos). El resultado fue el inicio de la ruptura político-institucional del Antiguo Régimen con la asunción del poder por el pueblo (juntas).
  • Una crisis política: vacío de poder que fuerza la creación de un poder alternativo (Juntas: Junta Suprema Central 21 de septiembre de 1808) que desembocan en la convocatoria de Cortes y la Constitución de Cádiz. Se delimitarán dos facciones, una que desea aprovechar las circunstancias para acabar con el Antiguo Régimen (liberales), y otra que sólo pretende expulsar a los franceses y mantener el Antiguo Régimen (serviles).

Etapas

Mayo-octubre de 1808. Sublevación popular y resistencia en forma de sitios. Incapacidad de los franceses para dominar la península (guerrillas). Derrota francesa de Bailén en 1808 y repliegue de sus tropas

Octubre de 1808-julio de 1812. Invasión de Napoleón (250.000 hombres) y conquista de casi toda la península (Lisboa, Cádiz). Extensión del fenómeno guerrillero

Julio de 1812-1814. Debilitamiento francés tras la campaña de Rusia. Ofensiva hispano-inglesa (Arapiles, Vitoria, San marcial) que culmina con la expulsión francesa. El tratado de Valençay (diciembre de 1813) restauraba a Fernando en el trono 

Consecuencias

La guerra produjo daños de dimensiones hasta entonces desconocidas en España: pérdidas demográficas (entre un millón de muertos y 500.000, casi el 10% de la población, por la guerra, hambrunas y las epidemias, a lo que se unirían miles de exiliados afrancesados), económicas (algunas ciudades casi arrasadas como Zaragoza o Gerona; destrucción de industrias e infraestructuras; abandono de tierras y crisis entre el campesinado que soportó alistamientos y campos arrasados; pérdida del mercado colonial, sobre todo para el textil catalán; ruina de la Hacienda), culturales (saqueo del patrimonio artístico), morales (abundantes actos de barbarie), políticas (aceleró la descomposición del Antiguo Régimen y marcó la división entre absolutistas y liberales; catalizó la derrota napoleónica y activó el proceso de independencia de la América española ante el vacío de poder creado).

El gobierno de José I

Nombrado en junio de 1808, su estructura se articuló en torno al “Estatuto de Bayona”, carta otorgada que introducía ciertos elementos liberales (libertad de industria y comercio, igualdad fiscal, libertad de imprenta, supresión de los gremios y el mayorazgo; posterior abolición de la Inquisición y los derechos señoriales, reducción del número de conventos) junto al mantenimiento de otros tradicionales (confesionalidad del Estado, reserva de amplios poderes al rey, incluidos los legislativos, sufragio muy restringido, mantenimiento de ciertos privilegios estamentales) pero que, como el propio gobierno del rey, no tuvo una aplicación práctica. Fue el primer proyecto de regeneración de la España contemporánea. A pesar de contar con el apoyo de los “afrancesados” no pudo desarrollar un auténtico proyecto político debido a la guerra y a las propias presiones de Napoleón.

 

Cortes de Cádiz y Constitución de 1812. EL comienzo de la “revolución liberal”

Los orígenes de las Cortes

El movimiento de las “juntas” que sustituyó el vacío de poder significó la participación de los súbditos en el gobierno, lo que significó, en la práctica, una auténtica “ revolución” al asumirse la soberanía nacional. Para legitimarse, y más frente a las propuestas de José I, decidieron convocar unas Cortes (septiembre de 1810). La fórmula de convocarlas ya indicaba el carácter que iban a tener pues no fueron estamentales sino que reunieron en una cámara a toda la “nación”. Debido a la guerra, los asistentes fueron preferentemente de la periferia y tuvieron un carácter más burgués (clases medias urbanas), lo que condicionaría su redacción. Aún así, entre los diputados aparecieron tres tendencias: liberal (revolucionarios, partidarios de la soberanía nacional), jovellanistas (moderados, reforma gradual, se rechaza la soberanía nacional), contrarrevolucionarios o serviles (defensa del absolutismo).

Fuentes ideológicas y bases sociales del liberalismo

Ideología: Cierta continuidad con el reformismo ilustrado ahora radicalizado (crítica de los estamentos, el clero y la tiranía, libertades, racionalismo); influencia de los ilustrados franceses (Montesquieu, Voltaire, Rousseau); de las teorías económicas librecambistas (Smith) y el parlamentarismo inglés; las revoluciones americana y francesa.

Apoyos: Será defendido por una minoría (altos funcionarios, abogados, profesores, periodistas), pertenecientes a las nuevas clases medias urbanas más que a la burguesía económica que no mostró mucho interés hasta más tarde. Ciertos sectores nobiliarios acabaron aceptándolo al defenderse sus derechos. El campesinado quedó marginado del proceso y no obtuvo beneficios al igual que la mayor parte del clero.

La labor de las Cortes

Además de la Constitución, promulgaron una serie de medidas sociales y económicas: supresión del régimen señorial en 1811 (aunque la nobleza conservaría sus posesiones territoriales), una nueva desamortización (propiedades de afrancesados, órdenes miliares disueltas, mitad de las tierras municipales y conventos destruidos por la guerra), supresión de la Inquisición, el mayorazgo (libre propiedad), la Mesta, las aduanas internas y los gremios (libertad comercial, de fabricación, de contratación, de trabajo), libertad de imprenta, creación de una Milicia Nacional (cuerpo militar formado por civiles armados para defender el régimen liberal y la Constitución al margen del ejército, pagado por los ayuntamientos).

La constitución de 1812 (19 de marzo)

Principios del liberalismo español: soberanía nacional, división de poderes (Cortes unicamerales, gobierno-rey y tribunales), monarquía parlamentaria (subordinación del rey a las Cortes: pierde sus funciones judiciales y fiscales, no puede ausentarse del país ni firmar acuerdos con el exterior, no puede disolver las Cortes o imponer tributos y sólo posee un derecho de veto transitorio de dos veces en tres años. Aun así conservaba de forma exclusiva el poder ejecutivo y la potestad de nombramiento de los ministros contando con el apoyo de las Cortes, sin que éstas pudieran cesarlos lo que, de hecho, significaba la inexistencia de control parlamentario del Gobierno), derechos y libertades individuales (imprenta, propiedad, educación, inviolabilidad del domicilio), libertad de prensa, igualdad legal y jurídica (no económica pues se aceptaba la propiedad privada. Homogeneización legislativa aunque no se citaban el País Vasco y Navarra), sufragio universal masculino e indirecto (mayores de 25 años que elegían a unos delegados, que a su vez elegían a otros hasta nombrar al diputado, que debía tributar a la Hacienda con una cierta cantidad, “elegibilidad censitaria”), sistema unicameral, confesionalidad del Estado (negación de la libertad religiosa) para contentar al clero. Se fundaba pues en la primacía de la nación y en la creación de un Estado unitario y centralizado a partir de una estructura provincial. Surgía así el Estado-nación uniforme.

Primera constitución liberal, tendría una importante trascendencia posterior ya que, en cierto modo, todo el siglo XIX fue un hacer y deshacer la obra legislativa gaditana. Además sirvió de modelo para las revoluciones hispanoamericanas e incluso las europeas de los años 30 y 40. A pesar de ello su periodo efectivo de vigencia fue muy breve: marzo1812-marzo 1814, enero 1820-noviembre 1823, agosto 1836- junio 1837.

 

La vuelta al absolutismo

(1814-1820)

El golpe absolutista

Con las Cortes establecidas en Madrid, el rey regresó a España, recibiendo el apoyo popular y el de los sectores absolutistas que le mostraron su ayuda. El Manifiesto de los persas (abril 1814) puso de manifiesto dicho apoyo a un cambio de gobierno que el rey cumplió con el Decreto de Valencia (mayo 1814) y que significó, en la práctica, un golpe de estado absolutista. El apoyo de sectores nobiliarios y del ejército, el clero y el campesinado fue definitivo

El restablecimiento del Antiguo Régimen

Fernando tardó dos meses en anular todas las leyes aprobadas en las Cortes de Cádiz: el rey recuperó todos los poderes, disolvió las Cortes, devolvió los bienes desamortizados, restauró los consejos, la Inquisición, la jurisdicción señorial, sus exenciones fiscales, los gremios, privilegios de la Mesta... Sin embargo, el inmovilismo político (la “camarilla”) y la ineficiencia no hicieron sino agudizar la postración internacional y, sobre todo, la crisis económica (déficit fiscal alarmante que llevó a la bancarrota en 1818) que la guerra y la emancipación de los territorios americanos aumentó, recrudeciéndose la oposición liberal (sociedades secretas, masonería, relacionadas con el romanticismo revolucionario) que comenzó a manifestarse a partir de los “pronunciamientos” (levantamientos militares de ciertos sectores de la oficialidad, liberal,  que operaban en el marco de sociedades secretas. El método era controlar una ciudad o área y esperar la extensión del movimiento: Espoz y Mina, Díaz Porlier, Vidal, Lacy,…).

 

El Trienio Liberal

(1820-23)

El pronunciamiento de Riego  en Cádiz (enero de 1820)

Tras varios pronunciamientos fracasados, el oficial Rafael Riego consiguió el apoyo del ejército, obligando a Fernando VII a prometer jurar la Constitución (marzo de 1820). Se inició así una etapa de gobierno en la que se intentaron aplicar las reformas aprobadas por las Cortes de Cádiz.

Características

Aplicación práctica de las reformas gaditanas: supresión de la Inquisición y abolición del régimen señorial, continuación de la desamortización, supresión de los mayorazgos, reducción de los monasterios y las órdenes religiosas (1.000 en total y disolución de los jesuitas), defensa de las libertades individuales (imprenta), supresión de aduanas y gremios, primer Código Penal moderno, reducción del diezmo a la mitad, reintroducción de la Milicia Nacional, nueva división provincial, reforma educativa (secularización y división en tres niveles: primaria, secundaria y superior). Se trataron de solucionar los problemas hacendísticos sin conseguirlo (crédtiso al extranjero, reducción de gastos).

División de los liberales: doceañistas o moderados (se conformaban con las reformas de Cádiz e incluso limitarían algunas como el sufragio universal por el censitario o reforzarían el papel del rey frente a las Cortes, limitarían la libertad de prensa o reforzarían la defensa de la propiedad. Buscaban un pacto con los sectores de la “vieja sociedad” pues ellos mismos representaban a la burguesía urbana de negocios. Francisco Martínez de la Rosa); exaltados o radicales (partidarios de reformas más radicales a partir de la Constitución de Cádiz: sufragio universal, libertad de opinión, anticlericalismo. Se apoyaban en las clases populares urbanas, y actuaba en Sociedades Patrióticas en torno a abogados, intelectuales y militares exaltados. Álvarez de Mendizábal, Alcalá Galiano).

La oposición a los liberales fue constante durante todo el periodo, fundamentalmente desde el clero, ciertos sectores nobiliarios, el campesinado, un sector del ejército y el propio rey (vetando leyes y en contacto con la Santa Alianza). Se organizaron diversos levantamientos (“Regencia de Urgell”), todos fracasados y una “guerrilla” en las zonas rurales.

 

La Década Ominosa

(1823-1833)

El retorno al absolutismo

Solamente una intervención extranjera (Cien mil hijos de San Luis), en el marco de la política de la Santa Alianza (Congreso de Verona), pudo acabar con un gobierno dividido y falto del apoyo popular (abril de 1823).

La evolución del “absolutismo”

Aunque se restablecieron las instituciones absolutistas como los mayorazgos o el diezmo (menos la Inquisición) y se devolvieron las tierras desamortizadas, se produjo una evolución gradual hacia un reformismo moderado con acciones de carácter técnico, todo ello para modernizar el sistema absolutista con intención de asegurar su supervivencia: creación del Consejo de ministros, del ministerio de Fomento (1832), elaboración de los Presupuestos del Estado, cierta liberalización económica, Código de comercio (1829), creación de la Bolsa de Madrid (1831), control de los gastos. A pesar de todo, los resultados fueron poco positivos: caída de la producción y las exportaciones, agravamiento de la situación de la Hacienda Pública, necesidad de nuevos préstamos a altos tipos de interés, etc.

Junto con ello, se desarrolló una intensa represión (ejecuciones, encarcelamientos, confiscaciones, depuraciones) y censura. Desconfiando del ejército (eliminación de buena parte de la cúpula de oficales), mantuvo la presencia de las tropas francesas hasta 1828 y reclutó un cuerpo paramilitar de civiles armados (“voluntarios realistas”)

La oposición a Fernando

  • Los liberales: sufrirán una dura represión política (fusilamiento de Torrijos, Riego, Mariana Pineda,…) y deberán permanecer en el exilio (8.000), quedándoles el recurso de los pronunciamientos, en muchos casos de carácter romántico.

  • Los ultras, facción radicalizada de los realistas, serán la oposición más destacada al rey ante el tímido proceso de transformación iniciado por éste: revuelta de los malcontents o agraviados (Cataluña, 1827), sucesos de La Granja (1832),… que culminarían, a la muerte del rey, en la formación del movimiento carlista a raíz de la publicación por el rey de la Pragmática Sanción, que permitía que una mujer pudiera reinar.

El fin del reinado y el conflicto sucesorio

La inestabilidad política se sumaría a la enfermedad del monarca que planteó el problema de su sucesión, pues sólo tenía dos hijas (Isabel la primogénita, nacida de su cuarto matrimonio en 1830). A pesar de que mediante la Pragmática derogó la Ley Sálica de Felipe V en 1830, los partidarios de su hermano, Carlos María Isidro, cabeza del “partido apostólico” urdieron todo tipo de intrigas en sus últimos días. Finalmente Fernando nombraría regente a María cristina y a Isabel heredera, encargándose María Cristina de buscar apoyos entre el liberalismo moderado (amnistía de 1832) para fortalecer la posición de su hija frente a los partidarios de Carlos (carlistas).

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